lunes, 25 de marzo de 2013

Baño de miradas.

Le encanta el baile de sus caderas cuando camina, la firmeza del sonido de sus tacones al pasar a su lado y ese perfume que penetra en la ínsula derecha de su cerebro completando el puzzle del deseo.

Deseo que se aviva cuando la observa semidesnuda descender los peldaños suavemente y sumergir su belleza. Como una brágil sierena danza con el agua que los mantiene en contacto, él siente un cálido burbujeo entre las ingles, se transforma en hervor cuando se acerca y escucha su respiración entrecortada, cuando ve su largo pelo enredado en el rostro mojado.

La contempla secando su piel, la afortunada toalla recorre suavemente cada curva de su cuerpo como sus manos anhelan hacerlo. Sigue con la mirada los hoyuelos de la base de su espalda hasta que desaparece en los vestuarios, mañana intentará declararle su amor.

Ella decide no volver, ha terminado hastiada de la mirada pervertida que a diario viola su intimidad en la piscina.

 

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