lunes, 15 de abril de 2013

En memoria de Inés.

He intentado olvidarla, doctor. No recuerdo ya su nombre completo, ni el color de su utilitario, ni la dirección de su casa, ni siquiera la fecha de su cumpleaños pero hay algo de ella que me persigue hasta en sueños: el reflejo de su silueta deliciosamente desnuda en la cristalera de mi dormitorio. Su cuerpo arqueado y sumiso esperando a recibir el mío por detrás para abocarnos juntos hacia un perfecto orgasmo. La necesidad animal de agarrarle el culo con fuerza como si tuviera miedo a que se me escapara entre las manos... recorrer sus pechos con mis dedos helados sintiendo en sus pezones la dureza de la excitación compartida... navegando en la humedad de su deseo... disfrutando del sexo juntos como dos dementes sin pensar en un mañana... sin hacernos preguntas...

¡No puede ser normal...! ¡Creo que estoy enloqueciendo! Hay noches en las que me despierto, acompañado por supuesto y como siempre de Ana, y veo su imagen junto a la puerta pidiéndome con la mirada que no la mate del todo. No sé si aprender a vivir con el fantasma o buscar algo realmente poderoso que la volatice de mi alma definitivamente... aunque reconozca ahora que sigo echándola de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario