jueves, 21 de enero de 2016

January 21

Después de una relación tormentosa de muchos años, otra vez la soledad se había vuelto a instalar en mi alma y también en mi cuerpo. 
Los últimos años los pasara con un chico atractivo pero que, con sus pocas atenciones, había perdido cualquier tipo de estímulo para continuar adelante. 
Nuestra relación se basaba en vernos una vez por semana, dos como mucho, generalmente en sábado, tomar unas copas e irnos cada uno para su casa. 
Cuando se pasa la barrera de los treinta, este tipo de compañía se hace poco para cualquier fémina. 
Nuestros encuentros sexuales, casi siempre en mi coche, eran más esporádicos todavía, aunque casi siempre alcanzaba el orgasmo. 
Pero era un clímax amargo, salpicado de una realidad efímera e incapaz de conducirme a ningún lugar. 

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