martes, 2 de julio de 2013

Mi padrastro.

Cuando era pequeña siempre me solía sentar en las piernas del marido de mi madre.Casi siempre solía notar algo duro entre sus pierna, pero nunca le preste mucha atención.
De adolescente, él solía espiarme por la ventana del lavabo mientras yo me duchaba, pero yo me hacia la despistada, una de las veces que estaba en el baño, el toco a la puerta y me dijo con insistencia que abriera que tenía mucha prisa.Mientras yo me acababa de poner la ropa el se metió en la ducha y comenzó a depilarse sus partes intimas, en aquel momento le pude ver el pene, era enorme, rosadito y con aquellas venas súper hinchadas que parecían que tenían que estallar, el se dio cuenta que lo miraba y cerro la cortina de la ducha no sin antes dar un repaso por mis pechos y mi vagina.

Cuando yo salía del baño, el me llamo y yo me gire estaba desnudo detrás de mí, cerró la puerta y comenzó a quitarme la ropa, comenzó a tocarme la vagina, a mi me gustaba como lo hacía, así que yo le respondí de la misma manera y comencé a tocarle el pene, el quiso penetrarme, pero yo me negué, me cubrí con la toalla y salí del baño.Fui hacia mi habitación y el vino tras de mí, entramos en mi habitación, me quito la toalla que cubría mi cuerpo y me tiro en la cama, el se puso encima mío, su pene tocaba mi vagina y comencé a excitarme demasiado, el coloco unos cojines debajo de mi trasero y comenzó a meterme su pene poco a poco, yo comencé a gritar de placer,El estaba excitadísimo.

Estuvimos casi una hora teniendo sexo, hasta que al final el acabo corriéndose, luego comenzó a lamerme la vagina con su semen.Yo me puse encima de él, me cogió por las caderas y comenzó a moverme rápidamente el volvía a estar excitadísimo, le saque el pene de dentro de mí y me lo metí en la boca lo chupe hasta que se volvió a correr, luego se comenzó a vestir y salió de la habitación.Fueron pasando las semanas y los años y seguimos teniendo nuestros encuentros.Mi madre no sabe nada y espero que nunca lo sepa..

miércoles, 12 de junio de 2013

Aquella mañana.

Teníamos 16 años, los dos éramos vírgenes, yo casi siempre estaba en su casa, pero casi nunca estábamos a solas. 

Nos pasábamos las horas en su habitación escuchando música, nunca pasamos de darnos algún que otro beso.

Un día suspendieron las clases y decidí ir a verla a su casa, estaba sola, cuando abrió la puerta llevaba puestos unos shorts súper pequeños, y una camiseta que dejaba ver su sujetador.

Tenía unos pechos grandes y redondos, esperando ser besados, el pensarlo me hizo que se me pusiera el pene duro,  nos sentamos un ratito a ver la tele, pero rápidamente nos empezamos a besar apasionadamente, nos acostamos en el sofá, ella estaba sobre mí, comencé a tocarla, le comencé a bajar sus shorts hasta dejarla con los pantys.
Le quite la camiseta y deje sus pechos frente a mí, jugué con ellos entre mis labios mientras se ponían duros sus pezones, mi mano bajaba poco a poco hacia su pelvis, tocaba entre sus pantys y podía sentir su vello púbico, mi pene explotaba de emoción, ella bajo su mano y comenzó a tocarme el pene duro, lo tocaba con suavidad, me baje el pantalón y mi boxers mientras ella se iba bajando sus pantys, su rajita estaba húmeda y probé todo ese elixir, mientras ella no paraba de gemir, lamia poco a poco su vagina, metía mi lengua una y otra vez,  ella en un momento dado, se subió sobre mí, después bajo hacia mi pene y comenzó a lamerlo, podía sentir su lengua recorriendo mi pene, no me pude resistir y no tarde en correrme, seguimos besándonos y acabe masturbándola hasta que se corrió ella también.

Mi pene deseaba penetrarla, así que me coloque un preservativo, le abrí las piernas, ella estaba demasiado lubricada y acabe metiéndole el pene hasta el fondo, ella lanzo un gemido de placer y de dolor al mismo tiempo, pero el placer era inimaginable, después de un buen rato de movimientos, acabamos en un gran orgasmo, pero exhaustos.
Nos abrazamos, todo había sido demasiado bonito, y lo más bonito es porque lo había hecho con la persona que quería…

lunes, 3 de junio de 2013

Dedicado a ella.

El sol, la lluvia, el cielo, las hojas estrepitosas, el viento, ojos que brillan y su boca. 

Todo un conjunto de luminosidad, un manojo de vida blanda como el agua.

Circula por las venas como un torrente de abejas, se esconde, nace, se ríe. Baja como esquirlas heladas por las arterias de madera. Esa vida, esa tenue vida.

Y de pronto un nubarrón, la luz artificial de la calle, la llovizna, el roce. El chapotear de los tacones en las baldosas. La esquina esta libre, el encuentro será fulminante. Del otro lado de la calle la penumbra. El latir de un corazón galopando, rechinante.

Inconfundiblemente se encuentran, el calor en la cara de su cigarrillo alivia el viento helado, la gabardina solo es una ilusión de abrigo.

Se esconden juntos como niños, se miman, se besan, se ríen, y continúan el paseo. Se aman incansablemente entre las calles oscuras. Solo la brisa de la noche y las finas gotas son testigos del consumado hecho.

Ellas, tan finas, recorren sus cuerpos fatigados, ellos tan poseídos sacian su sed.

Mientras las luces siguen escondiéndose en la bruma otoñal, ellos, se persiguen, corren de la mano.

Se pierden el uno en el otro, se asfixian, y vuelven a nacer entre sábanas blancas como campos de jazmines.

Mientras el acaricia sus piernas torneadas, ella besa su cuello y su cabeza rojiza roza sus hombros, el alborotadamente pega su cintura a la de ella y desliza sus manos desde el muslo hacia la cintura, luego acaricia sus senos, ella enloquece de amor y sube sobre él, y en un sin fin de caricias, roces y húmedos besos se va la noche.

El sol les da en la cara, ellos alterados, se miran, ella coge las medias del suelo, su abrocha el sujetador y se coloca la falda y la camiseta ceñida. Mientras él, la va mirando tumbado en la cama con sábanas blancas, revoltosa, inmune a la soledad. Se miran, se sonríen, se abrazan y el la besa profundamente.

Deja la habitación y en su camino una estela de su perfume se mezcla con la cotidianidad del día...

miércoles, 29 de mayo de 2013

En la ducha

Era mi último día de trabajo antes de las vacaciones, estaba muy excitada por todo el ajetreo de la preparación del viaje.Llegue a casa, con muchas cosas por hacer, la cabeza no paraba de darme vueltas, para relajarme un poco decidí darme una ducha de agua bien caliente. 

Me desnude frente al espejo del cuarto de baño, mientras observaba mi cuerpo desnudo reflejado en el, sin darme casi cuenta empecé a tocarme y acariciarme mientras el espejo cada vez se iba empañando mas y mas... 

Pasaba mis manos por mis pechos, me sentía cada vez mas húmeda, me metí en la ducha y al notar el agua caliente me estremecí, me apoye contra la pared mientras dejaba el agua caer sobre mí. Cogí el gel de baño sin pensar en nada, ni siquiera que me estaba poniendo muy cachonda.

Me acariciaba los pechos con el gel cálido y suave, apretándolas como a mí me gusta, despacio, en círculos, me cubría mis pechos con el gel como si fuera semen... metí mi mano entre las piernas, me abrí los labios, lo tenía todo húmedo, mojado, muy caliente, estaba a punto de correrme, pero me resistía, quería disfrutar un poco mas aquel momento, me introducía una y otra vez los dedos dentro de la vagina, a la vez que me acariciaba lentamente el clítoris, en aquel momento lo que más deseaba era notar un buen pene dentro de mi... Los consoladores pasaban por mi pensamiento mientras mis dedos me daban placer, deseaba tener un pene para poderlo acariciar y chupar...

El espejo cada vez estaba más empañado y ya no dejaba ver mi cuerpo en el... quería correrme y cada vez introducía mas mis dedos dándome placer, cerré los ojos mientras con la otra mano me tocaba los pechos...estaba a punto de llegar a ese placer que tanto me gustaba, le di más fuerza al agua, levante la pierna apoyando el pie en la bañera quería mas placer, cogí el teléfono de la duche y lo puse entre mis piernas, el agua caliente chocaba en el clítoris, mi excitación era máxima y no tarde en correrme...mmmmmmm